lunes, abril 24, 2006

La Marca del Diablo IV

IV

Y por fin lo tuvo cerca, el maldito estaba de espaldas descansando, aun tenía sus vestiduras teñidas en sangre, su cuerpo agitado y completamente empapado en sudor, con sus pierna llenas de lodo, era realmente una bestia, su cuerpo desprendía un aroma especial, así es, como el que emana una carnicería en un día de calor. El vengador, cuidadosa mente tomo su ballesta para hacer el menor ruido, la cargo y le apunto directamente a los pulmones, quería que sufriera mientras moría, quería escuchar como pedía clemencia y escupiera sangre por su boca, quería vengar la muerte de sus seres amados. Estaba solo a unos cuantos centímetros, a esa distancia, no podía fallar, y presiono el dedo, no tubo piedad, la saeta salio cual rayo y se le incrusto en el la espalda, pero ni un solo quejido se escucho, el maldito se puso de pie, se voltio y miro fijamente a su cazador, la flecha le había atravesado completamente, la punta se le asomaba en el pecho, y fue en ese momento en que el vengador le vio los ojos, encandecían como la mirada de los lobos en las noches de cacería, pero con todo ese odio en el cuerpo, no lo pensó dos veces y se abalanzo en contra del endemoniado...